IBILIAN

CRISTIANAS/OS DE LA DIÓCESIS DE VITORIA

GASTEIZKO ELIZBARRUTIKO KRISTAUAK

Nos hacemos eco de estas dos publicaciones aparecidas estos días en Religión Digital y qué constatan una vez más lo que desde Ibilian llevamos denunciando desde hace más de dos años.

Ibilian propuso: Favorecer una Iglesia en la que desaparezca la desigualdad de género y se practique una igualdad real entre hombres y mujeres, de manera que éstas puedan alcanzar cualquier función de servicio y de autoridad en la comunidad eclesial, incluyendo el acceso al presbiterado y al obispado.

Instrumento de trabajo del Sínodo: “¿Qué pasos concretos puede dar la Iglesia para renovar y reformar sus procedimientos, disposiciones institucionales y estructuras, de modo que permitan un mayor reconocimiento y participación de las mujeres, incluso en los procesos de gobierno y toma de decisiones, en un espíritu de comunión y con vistas a la misión?”

 

Presentamos las siguientes  aportaciones  desde  un  punto de vista femenino como líneas de respuesta  a la pregunta   sinodal y a  la propuesta planteada por Ibilian.

 

Cinco mujeres dialogan sobre la Iglesia

 

Invitadas por un grupo  de sacerdotes, en el marco de una reunión-retiro, para expresar su experiencia en esta Iglesia, Tere, Carmen, Amparo,  Mertxe y Sabi ofrecieron con claridad y concreción, en estilo auténticamente femenino, sus puntos de vista.

A lo largo  muchos años ellas han participado como creyentes  en grupos cristianos. Casadas y con hijos dos de ellas y solteras las otras tres, comprometidas en  grupos diferentes de carácter social, cultural, político, trabajadoras en profesiones diversas han vivido y viven su vida familiar, profesional, sindical y política manteniendo su compromiso cristiano, alternativo  al modelo de Iglesia oficial.

Se sienten críticamente miembros de la comunidad eclesial deseando ser fieles a los planteamientos evangélicos y, por tanto, seguidoras de Jesús de Nazaret  en su  línea liberadora por un mundo, una sociedad, un pueblo, donde los pobres, las personas  marginadas, presos y presas son un referente primordial de su compromiso humano y cristiano.

Estas  respuestas expresan de forma  significativa el pensamiento, sentimientos y deseos de otras  muchas mujeres. Desde su condición femenina opinan con claridad profética cómo debiera ser esta Iglesia si quiere responder a los desafíos del mundo actual y, sobre todo, a las demandas y exigencias de quienes ven a la Iglesia de hoy todavía muy anclada en sus viejas condiciones que descartan a  la mujer de una plena participación con todas sus consecuencias de sufrimiento, de conculcación de derechos, de pérdida de valores evangélicos y profetismo.

 

Sus puntos de vista, comunicados en el diálogo al que los sacerdotes les habían invitado,  Tere Zufiaur, Carmen Mediavilla, Amparo Fernández,  Mertxe Moraza los han expresado también por escrito. Presentamos sus ideas relacionadas, con sus mismas palabras,  como una importante  aportación en estos tiempos sinodales y en la línea de Ibilian.

Las preguntas, planteadas con su acuerdo, fueron las siguientes:


1. ¿Cómo os sentís consideradas  como mujeres en esta Iglesia? ¿Qué lugar se asigna a la mujer en ella?

2. ¿Piensas que como mujer tu puesto en la Iglesia debiera ser diferente? ¿En qué aspectos?

3. ¿Qué modelo de Iglesia debiera promoverse para lograr una auténtica igualdad y una  participación efectiva?

4. ¿Qué exigencias se plantean y a quiénes para lograrlas? ¿Cómo responder a ellas?

 

 

 

1.   Consideradas en un segundo plano.

 

El lugar que se asigna a la mujer en la Iglesia es de relleno, en tareas que los varones no quieren hacer. Siguen siendo invisibles para la Iglesia.

En la Iglesia no se ha avanzado nada, son los varones los que están en los puestos de poder y no aceptan  que se les quite ese poder. No decimos que no haya autoridad, sino que esa autoridad  o ese poder estén al servicio de la comunidad y no al servicio de uno mismo.

No puedo en mi respuesta,  subraya una de ellas,  generalizar sobre todas las mujeres, pues creo que algunas se sentirán bien dentro de la Iglesia y realizan un gran servicio. Pero otras, que es mi caso, no nos reconocemos en ella porque creo que ha secuestrado el mensaje de Jesús del Nuevo Testamento y hace que seamos invisibles, como si fuéramos mudas, sin derechos y sin responsabilidades, salvo tareas como limpieza o cantos, ayudar en determinados servicios religiosos.

Tengo dos experiencias. La primera en el grupo de Comunidades Cristianas y la segunda en la parroquia. La verdad es que en la primera me he sentido bien, una persona más del grupo. En la parroquia reconozco que no participo demasiado, pero veo que las mujeres son meras criadas. Los temas que se nos asignan son de limpieza, encendido de velas, pasar las bolsas del dinero, algunas veces dar la comunión y las lecturas. Luego hay diferentes grupos de Caritas, solidaridad etc.

Nuestra generación es la generación del cambio, y tenemos que seguir trabajando, pero todos y todas juntos. Si no es así, no vamos a conseguir ese cambio.

 

 

2.   Nuestro servicio en la Iglesia debe ser en igualdad de condiciones. Si la Iglesia  no acepta plenamente a la mujer, no será creíble...

 

...pero no sólo en el culto, sino en el servicio a mis hermanos, mis vecinos, hacia personas que están lejos. En consecuencia deberíamos ser iguales en obligaciones y derechos, incluyendo el ser ordenadas sacerdotisas, si la vocación nos llama, sin ser consideradas menores de edad, controladas y sometidas.

La mujer debe ser igual que el hombre en todos los aspectos. La Iglesia necesita la colaboración de todos o acabará desapareciendo. Si la Iglesia no acepta plenamente a la mujer, no será creíble.

Los varones se sienten superiores. Los hombres que conforman la Iglesia Jerárquica dicen tener autoridad venida directamente de Dios; no les interesa cambiar nada; rechazan, por tanto, los cambios y consideran siempre a las mujeres como personas menores de edad que deben ser controladas y sometidas. El futuro por este camino lo veo como un templo en ruinas, sin tejado y con las piedras caídas aún salvables. Con ellas tendríamos que construir algo distinto y más parecido al ejemplo de la vida de Jesús, con su concepto sobre la mujer.

La Iglesia necesita la colaboración de todos o acabará desapareciendo. Hay laicas y monjas muy preparadas y estamos perdiendo en las Iglesia esas capacidades. La Iglesia tiene que ver la realidad de otra forma y encontrar en ella todo lo que es espiritual (religión y vida) y común a todos y todas, practicar el diálogo: somos semilla y queremos alzar la voz para vivir en igualdad en la Iglesia.

Sin embargo en los curas pesa mucho el inconsciente clerical y deshacerse de la educación recibida va a llevar su tiempo. Otros problemas importantes como el celibato, unido al poder y la economía, tampoco son nada fáciles de asumir.

 

3.   Queremos alzar la voz a fin de vivir en igualdad en la Iglesia. Deseamos un modelo sinodal en el servicio a los más humildes y pobres…

 

…donde todo y todos estamos conectados, que no actúe desde el poder autoritario, como un monstruo, sino desde la comunidad, en grupos pequeños desde el caminar juntos y desde una posición de servicio.

Al servicio de los más pobres, donde podamos enriquecernos unos  a otros, con diferentes aportaciones; participar en los grupos donde las personas están luchando para hacer un mundo mejor, sean creyentes o no; ser humildes, que la gente no tenga miedo de pedirnos ayuda cuando lo necesiten. Ayudarnos entre nosotros cuando lo necesitemos. Que las personas nos juzguen por lo que hacemos, no por lo que decimos.

El modelo de Iglesia debiera ser más próximo al de los primeros tiempos del cristianismo. y no al modelo de religión imperial que se instauró después. Pasar del concepto de “parroquia” al de “comunidad”. Consecuente con sus propias declaraciones, siguiendo el modelo de Jesús, deberá ser más igualitaria, democrática, desmontando el autoritarismo y la organización piramidal, que sea una buena nueva para la gente, estando al servicio de los más débiles, más espiritual y compasiva, sin ocultar los abusos en su seno (pederastia), más libre, siendo el celibato de las personas ordenadas una opción.

 

4.   Una Iglesia autocrítica, sin discriminaciones, comunitaria, sinodal…

 

…al estilo de Jesús en su relación con las mujeres, incluso a la hora de ordenar mujeres sacerdotes, ya que el Espíritu Santo sopla sobre tod@s y las hay con gran preparación y capacidad. El concepto que Jesús tenía de la mujer  cambió radicalmente el papel de la mujer en la sociedad, defendiendo la igualdad (la primera persona que anunció la resurrección fue una mujer), encarnacional (encarnado en una mujer), sin olvidar que  la mayoría de los creyentes en la Iglesia son mujeres.

En consecuencia la Iglesia deber hacer una autocrítica de las estructuras medievales que mantiene hacia una reforma estructural desde una perspectiva femenina y feminista, rompiendo moldes como Jesús, replanteándose el sacerdocio  en su integridad, revisando la moral sexual  y sus estereotipos. “Es el sacerdocio como tal lo que hemos de revisar, al margen de que sea masculino o femenino. El sacerdocio de las mujeres es una ocasión para replantear el sacerdocio en su integridad·” (Javier Melloni)

En el libro de Mª José Arana y Adelaide Baracco se cita una frase de Mª José García Calvo (Educadora, Religiosa y Misionera en Haití) que  dice: “Considero  que en la cuestión del sacerdocio de las mujeres, la Iglesia se está jugando su propia vocación y misión”.

Por tanto es necesario también el reconocimiento de la ordenación de las personas casadas; también  una Iglesia sin privilegios del Estado (IBI, declaración a Hacienda, centros de enseñanza concertada), que no acumule riquezas ni se apropie  de lo común (inmatriculaciones).

De todas formas la Iglesia siempre va detrás de la sociedad. Lo que sí es cierto es que las Iglesias están cada vez más  vacías.Tal vez es un buen síntoma. En todo caso la iglesia no se salvará si no vamos todos juntos, hombres y mujeres. En esto igual que en la sociedad en general.


En definitiva, las exigencias  se plantean encuatro niveles:

-personal: conversión de los varones clérigos a lo femenino con todos los valores que ello implica.

-comunitario: que la mujer y el hombre sean el alma de la comunidad.

-estructural: que la mujer tenga reconocida su función.

-social: recuperación de los valores antropológicos que la mujer ha tenido en la sociedad matriarcal vasca.

Y todo esto, en una Iglesia sinodal, nos corresponde a todas y todos como miembros de pleno derecho, rompiendo moldes como Jesús:¿estáis vosotros, sacerdotes,  dispuestos a ello?

De todas formas no tengo ninguna esperanza en esta Iglesia y no creo que nosotros/as lo veamos pero, mientras tengamos fuerza y ganas, daremos un poco de guerra donde podamos. Sin embargo, sigo creyendo en el Jesús de Nazaret del Nuevo Testamento.

 

 


 

Por parte de los sacerdotes que participaron en este encuentro, se expresó la sintonía con las opiniones formuladas por las mujeres, reconociendo que, en la estructura actual de la Iglesia, a la mujer le corresponde un lugar secundario, cuando en realidad hoy día la mujer es la base de la Iglesia.  Subrayando que el  problema va mucho más allá de la presencia de la mujer en puestos de responsabilidad, reconocen que es un problema de modelo de Iglesia que, entre otras cosas, requiere su reforma estructural desde una perspectiva femenina y feminista.

Opinaron que tiene que reconocerse su derecho, basado en el bautismo, fundamentado en Jesús, en su vida y comportamiento con la mujer. Es evidente que en el grupo de Jesús había seguidores y seguidoras. El tratamiento y la relación de Jesús con la mujer rompió los esquemas sociales al uso en su tiempo.

La cultura judía y romana eran evidentemente patriarcales y machistas y las primeras comunidades asumieron esta realidad cultural y fueron difuminando poco a poco la presencia y participación de las mujeres. Luego el clericalismo y el patriarcalismo han hecho  desaparecer todo protagonismo de la mujer en la Iglesia.

Hoy el papel de la mujer en la Iglesia es un signo de los tiempos, exigencia ineludible de cambio para la Iglesia. Hay que reconocer nuestro error histórico. En consecuencia, es preciso “desmontar" la Iglesia: su machismo, su patriarcalismo, su clericalismo, su poder, su prepotencia, sus privilegios, para entrar definitivamente en la dinámica del servicio que nos hace iguales y nos necesita a todas y a todos en igualdad.

El Sínodo está generando en algunos cierta esperanza; también en este tema de la presencia en igualdad de la mujer en la Iglesia que no es un favor, sino algo fundamental. Por tanto hay que buscar una Iglesia sinodal, que no actúe desde el poder autoritario, sino desde la comunidad, desde el caminar juntos y desde una posición de servicio, consecuente con sus propias declaraciones de Pueblo de Dios. Es necesario hacer grupos pequeños de comunidades donde estemos al servicio de las personas más pobres, donde podamos enriquecernos unos  a otros, con diferentes aportaciones. Y mientras no se les acepte como iguales, no hay futuro para las mujeres en la Iglesia.        

En conclusión, se escuchan voces proféticas y  signos de esperanza. Estamos ante una interpelación decisiva para la Iglesia por parte de las mujeres. Es necesario estar atentos a sus reivindicaciones, a sus reflexiones, a sus sentimientos, pedir perdón. Nos queda  un largo recorrido, empujad@s por el Espíritu que renueva su Iglesia y le hace seguir navegando con vientos femeninos, desde los más pobres y humildes, como lo expresó una mujer de Nazaret, llamada María, para servir a la humanidad en su búsqueda y realización de la justicia, de la igualdad y de la paz.

 

Tere Zufiaur

Carmen Mediavilla

Amparo Fernández 

Mertxe Moraza

 

Julio2023


A las puertas del Sínodo (Octubre 2023)


Líneas y propuestas de Ibilian y planteamientos del «Instrumento de trabajo» sinodal

 


El próximo mes de octubre tendrá lugar la primera asamblea del Sínodo de Obispos donde también van participar, por  primera vez, mujeres y hombres laicos, con derecho a voto. Hace unos días se ha dado a conocer lo que se llama “Instrumentumlaboris/Instrumento de trabajo”  que será la base de  la reflexión  sinodal.  Este documento se ofrece  a todas las personas que están ya participando desde que comenzó la primera consulta en la base.

 

Como grupo Ibilianasí lo hicimos. Ahora puede ser importante comprobar en qué forma nuestra propuestas  quedan reflejadas y van a ser tema sinodal de cuyo resultado también se  nos informará para debatirlo antes de la segunda y definitiva sesión sinodal (octubre 2024).

 

Dada la extensión (60 páginas) del “Instrumento de trabajo”, se ofrece aquí una ‘selección’ de sus planteamientos (doc. íntegro en internet: Instrumentumlaboris) comparados con las propuestas de Ibilian a la consulta del Sínodo y en nuestra última asamblea (junio 2023):

 

Como talante general el documento de trabajo sinodal afirma:

“Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha… abierta, acogedora, abraza a todos… capaz de gestionar las tensiones sin dejarse destruir por ellas, viviéndolas como impulso para profundizar en el modo de entender y vivir la comunión, la misión y la participación”.

(la Iglesia) “…está llamada a practicar la cultura del encuentro y el diálogo con los creyentes de otras religiones y con las culturas y sociedades en las cuales se inserta, pero sobre todo entre las múltiples diferencias que atraviesan a la Iglesia misma”.

“…partiendo de las percepciones recogidas durante la primera fase y especialmente del trabajo de las Asambleas continentales, articula algunas de las prioridades surgidas de la escucha al Pueblo de Dios, pero no como afirmaciones o toma de posturas. Por el contrario, las expresa como preguntas dirigidas a la Asamblea sinodal.

Este documento …puede favorecer la participación en la dinámica sinodal a nivel local y regional, a la espera de que los resultados de la Asamblea de octubre aporten posteriores elementos de autoridad sobre los que las Iglesias locales serán llamadas a orar, reflexionar, actuar y contribuir con sus propias aportaciones.

(en las diversa aportaciones continentales) “hay cuestiones compartidas: discernir cuál es el nivel más apropiado para abordar cada una de ellas es parte del desafío. Igualmente se comparten ciertas tensiones.

Cada vez que nos encontramos con un ser humano en el amor, quedamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios”.

 

Nuestras propuestas para el Sínodo fueron:

 

·       apoyar el actual proceso sinodal que debe ser permanente en la diócesis, animado por una espiritualidad no uniforme, sino plural, de apertura, sin miedos ni censuras, caminando juntos desde las diferencias reconocidas, con lugares, espacios y modalidades de diálogo dentro de nuestra Iglesia;

Instrumento de trabajo: “…demanda de más formación y de lugares de confrontación y diálogo, en clave sinodal, entre las diferentes perspectivas, espiritualidades y sensibilidades que conforman la riqueza de la Iglesia.

¿Cómo hacer activo y fecundo el intercambio de experiencias y dones no sólo entre las diversas Iglesias locales, sino también entre las diversas vocaciones, carismas y espiritualidades dentro del Pueblo de Dios: institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, asociaciones y movimientos laicales, nuevas comunidades?

¿Qué podemos aprender de la experiencia de consagrados y consagradas y de sus diferentes espiritualidades en relación con el discernimiento y los procesos de toma de decisiones? ¿Qué podemos aprender de las asociaciones, movimientos y grupos laicales?... ¿cómo imprimir a nuestras estructuras e instituciones el dinamismo de la Iglesia sinodal misionera?

·       que nuestro Obispo, consecuente con su pregón de esta pasada Navidad en el que invitaba a “aventurarnos en el diálogo, la escucha y la crítica constructiva”, ponga en práctica esos propósitos en sus decisiones y actuaciones y acepte un auténtico pluralismo participativo;

Instrumento de trabajo: “¿Cómo podemos convertirnos en una Iglesiaque no oculta los conflictos y no teme salvaguardar los espacios para el desacuerdo?…No debemos asustarnos de las tensiones, ni tratar de resolverlas a toda costa, sino comprometernos en un discernimiento sinodal constante: sólo así las tensiones podrán convertirse en fuentes de energía y no caer en polarizaciones destructivas… ¿Con qué criterios puede un obispo evaluarse y ser evaluado en el desempeño de su servicio en un estilo sinodal?

·       que nuestras comunidades sean, como desea el Papa, ‘Iglesia en salida’ en una sociedad pluricultural, democrática y laica, abiertas y dialogantes y se muestren solidarias con quienes sufren las injusticias de la pobreza y con los sectores más desfavorecidos;

Instrumento de trabajo: “¿Cómo podemos ser más abiertos y acogedores con los inmigrantes y refugiados, las minorías étnicas y culturales, las comunidades indígenas que forman parte de la Iglesia desde hace mucho tiempo, pero que a menudo se encuentran al margen? ¿Cómo podemos dar testimonio de que su presencia es un don”.

·       que se responda en la práctica litúrgica a la pregunta del Papa en esta Epifanía: “¿Nuestras palabras y nuestros ritos provocan en el corazón de la gente el deseo de encaminarse hacia Dios o son ‘lengua muerta’, que habla sólo de sí misma y a sí misma?”. Para ello vemos necesario superar lenguajes y prácticas cultuales y sacramentalistas, que nada dicen a una mayoría, y realizar celebraciones con participación y sentido comunitarios;

Instrumento de trabajo: “Numerosas aportaciones ponen de relieve la necesidad de un esfuerzo similar para renovar el lenguaje utilizado por la Iglesia: en la liturgia, en la predicación, en la catequesis, en el arte sacro, así como en todas las formas de comunicación dirigidas tanto a los fieles como al público en general, también a través de los medios de comunicación nuevos y antiguos”.

·       que en nuestra Iglesia diocesana las personas laicas tengan voz y voto en asuntos pastorales, organizativos y financieros y en un Consejo pastoral, principal órgano diocesano de corresponsabilidad laical, que sea más ágil y efectivo y además que se escuchen y favorezcan nuevos medios de participación y decisión;

Instrumento de trabajo: “Para proceder a la renovación del ministerio episcopal dentro de una Iglesia más plenamente sinodal son necesarios cambios culturales y estructurales, mucha confianza recíproca y, sobre todo, confianza en la guía del Señor. Por eso las Asambleas continentales esperan que la dinámica de la conversación en el Espíritu pueda entrar en la vida cotidiana de la Iglesia y animar las reuniones, los consejos, los órganos de decisión, favoreciendo la construcción de un sentimiento de confianza mutua y la formación de un consenso eficaz”

que en nuestra Iglesia las mujeres tomen el protagonismo que les corresponde, como miembros del Pueblo de Dios en igualdad y se garantice su presencia activa y responsable en todos sus ámbitos, incluido su acceso al sacerdocio (tema no planteado en el Instrumento de trabajo);

Instrumento de trabajo: “¿Qué pasos concretos puede dar la Iglesia para renovar y reformar sus procedimientos, disposiciones institucionales y estructuras, de modo que permitan un mayor reconocimiento y participación de las mujeres, incluso en los procesos de gobierno y toma de decisiones, en un espíritu de comunión y con vistas a la misión?”

 

·   que en nuestra Iglesia se analice en profundidad la problemática del celibato de los sacerdotes (tema no planteado en el Instrumento de trabajo) y se abra las puertas a la posibilidad de sacerdotes casados.

Instrumento de trabajo: “¿Es posible, como proponen algunos continentes, abrir una reflexión sobre la posibilidad de revisar, al menos en algunas áreas, la disciplina sobre el acceso al presbiterado por parte de hombres casados?”

 

·   que imaginemos y construyamos una iglesia nueva, una iglesia que acompañe sin juzgar toda la diversidad de familias, de identidades y de orientaciones sexuales.

Instrumento de trabajo: “¿Qué medidas concretas son necesarias para llegar a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia a causa de su afectividad y sexualidad (por ejemplo, divorciados vueltos a casar, personas en matrimonios polígamos, personas LGBTQ+, etc.)?”

 

·       que se promueva una Iglesia local vasca, inculturada en la realidad del pueblo vasco, donde vive y se realiza, y que sea solidaria y acogedora con otros pueblos del mundo y en especial con los más necesitados.

Instrumento de trabajo: “¿De qué manera podemos hacer comunicable y perceptible el anuncio del Evangelio en los diferentes contextos y culturas, para favorecer el encuentro con Cristo de los hombres y mujeres de nuestro tiempo?”

 

Según nuestro último documento Ibiliankristautalde (junio 2023):

 

Ibilian desea quiere seguir siendo una plataforma abierta de cristianos y cristianas caracterizados por los siguientes rasgos que nos definen dentro de nuestra pluralidad. 

Ser fieles a las grandes líneas marcadas por el Concilio Vaticano II en su intento de compartir a los gozos y tristezas del mundo, fiel a los signos de los tiempos para alentar una fe cristiana, movida por el Espíritu de Jesús, que libere a las personas y a las sociedades de todo dominio. Así se establecerá una tierra habitable donde vayan desapareciendo las opresionessociales y políticas, las guerras, las esclavitudes de género, el consumismo y la destrucción del medio ambiente y donde se fomente la fraternidad, la justicia y el cuidado de la tierra.

 

El Instrumento de trabajo pregunta: “¿Con qué actitud nos acercamos al mundo? ¿Reconocemos lo bueno que hay en él y al mismo tiempo nos comprometemos a denunciar proféticamente todo lo que atenta contra la dignidad de las personas, de las comunidades humanas y de la creación?

¿Cómo podemos hacer resonar una voz profética para desvelar las causas del mal sin fragmentar posteriormente nuestras comunidades? ¿Cómo podemos convertirnos en una Iglesia que no oculta los conflictos y no teme salvaguardar los espacios para el desacuerdo?

¿Cómo podemos ser más abiertos y acogedores con los inmigrantes y refugiados, las minorías étnicas y culturales, las comunidades indígenas que forman parte de la Iglesia desde hace mucho tiempo, pero que a menudo se encuentran al margen? ¿Cómo podemos dar testimonio de que su presencia es un don?

Contribuir activamente al bien común de la humanidad» (CA 34) es un componente inalienable de la dignidad de la persona, incluso dentro de la comunidad cristiana. La primera contribución que cada uno puede hacer es discernir los signos de los tiempos (cf. GS 4), para mantener la conciencia de la misión en sintonía con el soplo del Espíritu. Todos los puntos de vista tienen algo que aportar a este discernimiento, empezando por el de los pobres y excluidos: caminar y aprender de  ellos”.

Ibilian: Caminar hacia una Iglesia participativa, sinodal, en la que el pueblo de Dios tenga el protagonismo para el establecimiento de instituciones y actividades que den cabida a todos los carismas evangélicos y a las diversas sensibilidades eclesiales en su empeño de ser signo del Evangelio en nuestra sociedad. Se trata de ampliar lo más posible la centralidad y el protagonismo del pueblo de Dios.

 

Instrumento de trabajo: “En muchos ámbitos, llevar a cabo la misión nos exige colaborar con una pluralidad de personas y organizaciones de distintas inspiraciones: fieles de otras Iglesias y Comunidades eclesiales, creyentes de otras religiones, mujeres y hombres de buena voluntad. ¿Qué aprendemos de «caminar juntos» con ellos y cómo podemos equiparnos para hacerlo mejor?

¿Cómo podemos avanzar en la Iglesia hacia una corresponsabilidad real y efectiva en clave misionera para una realización más plena de las vocaciones, carismas y ministerios de todos los bautizados? ¿Cómo conseguir que una Iglesia más sinodal sea también una «Iglesia de todos los ministerios»?

¿Qué pasos concretos puede dar la Iglesia para renovar y reformar sus procedimientos, disposiciones institucionales y estructuras, de modo que permitan un mayor reconocimiento y participación de las mujeres, incluso en los procesos de gobierno y toma de decisiones, en un espíritu de comunión y con vistas a la misión?

¿Cómo entender y ejercer la autoridad y la responsabilidad al servicio de la participación de todo el Pueblo de Dios? ¿Qué necesitamos renovar en la comprensión y en las formas de ejercer la autoridad, la responsabilidad y el gobierno para crecer como Iglesia sinodal misionera?

¿Cómo pensar en procesos de decisión más participativos, que den espacio a la escucha y al discernimiento comunitario, apoyados en la autoridad como servicio de unidad?¿Con qué criterios puede un obispo evaluarse y ser evaluado en el desempeño de su servicio en un estilo sinodal?

Una Iglesia sinodal necesita vivir la corresponsabilidad y la transparencia: ¿cómo puede esta toma de conciencia servir de base para reformar las instituciones, las estructuras y los procedimientos, a fin de consolidar el cambio en el tiempo?”

 

Ibilian: Favorecer una Iglesia en la que desaparezca la desigualdad de género y se practique una igualdad real entre hombres y mujeres, de manera que estas puedan alcanzar cualquier función de servicio y de autoridad en la comunidad eclesial, incluyendo el acceso al presbiterado y al obispado.

 

El instrumento de trabajo pregunta: “¿Cómo podemos crear espacios en los que aquellos que se sienten heridos por la Iglesia y rechazados por la comunidad puedan sentirse reconocidos, acogidos, no juzgados y libres para hacer preguntas? A la luz de la Exhortación apostólica postsinodal Amorislaetitia, ¿qué medidas concretas son necesarias para llegar a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia a causa de su afectividad y sexualidad (por ejemplo, divorciados vueltos a casar, personas en matrimonios polígamos, personas LGBTQ+, etc.)”

¿Qué pasos concretos puede dar la Iglesia para renovar y reformar sus procedimientos, disposiciones institucionales y estructuras, de modo que permitan un mayor reconocimiento y participación de las mujeres, incluso en los procesos de gobierno y toma de decisiones, en un espíritu de comunión y con vistas a la misión?

 

Ibilian: Impulsar una Iglesia que se acerca a las fronteras de nuestras sociedades, en el contexto y en la cultura de nuestro pueblo, y se empeña con su práctica en la liberación de los pobres y desfavorecidos de nuestro mundo como manera auténtica y autentificada de ser fieles al Reino de Dios de los pobres, predicado por los profetas antiguos y modernos y encarnado en Jesús de Nazareth.

 

Instrumento de trabajo: “¿De qué manera podemos hacer comunicable y perceptible el anuncio del Evangelio en los diferentes contextos y culturas, para favorecer el encuentro con Cristo de los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿Qué vínculos podemos establecer con creyentes de otras religiones, desarrollando una cultura del encuentro y del diálogo?

En muchos ámbitos, llevar a cabo la misión nos exige colaborar con una pluralidad de personas y organizaciones de distintas inspiraciones: fieles de otras Iglesias y Comunidades eclesiales, creyentes de otras religiones, mujeres y hombres de buena voluntad. ¿Qué aprendemos de «caminar juntos» con ellos y cómo podemos equiparnos para hacerlo mejor?

¿De qué manera podemos hacer comunicable y perceptible el anuncio del Evangelio en los diferentes contextos y culturas, para favorecer el encuentro con Cristo de los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿Qué vínculos podemos establecer con creyentes de otras religiones, desarrollando una cultura del encuentro y del diálogo?

¿cómo imprimir a nuestras estructuras e instituciones el dinamismo de la Iglesia sinodal misionera?”

 

Ibilian: Construir una Iglesia dialogante con las distintas Iglesias, fomentando el ecumenismo, y abierta a las diferentes religiones y grupos, que trabajan por un mundo más humano, solidario y justo.

 

Instrumento de trabajo: “¿Cómo puede cada Iglesia local, sujeto de misión en el contexto en el que vive, potenciar, promover e integrar el intercambio de dones con las otras Iglesias locales, en el horizonte de la única Iglesia católica? ¿Cómo pueden las Iglesias locales ayudar a promover la catolicidad de la Iglesia en una relación armoniosa entre unidad y diversidad, preservando la especificidad de cada una?

¿Cómo alimentan la comunión en una Iglesia sinodal el servicio de la caridad, el compromiso por la justicia y el cuidado de la casa común?

En una Iglesia sinodal, los pobres, en el sentido original de los que viven en condiciones de indigencia y de exclusión social, ocupan un lugar central.

El cuidado de la casa común exige una acción compartida.

Los movimientos migratorios son un signo de nuestro tiempo y «los migrantes son un “paradigma” capaz de iluminar nuestro tiempo. 


…desempeñar un papel de testimonio profético en un mundo fragmentado y polarizado, especialmente cuando sus miembros se comprometen a caminar juntos con los demás ciudadanos para la construcción del bien común. En lugares marcados por profundos conflictos, esto requiere la capacidad de ser agentes de reconciliación y artesanos de paz. 


  Todo cristiano y toda comunidad están llamados a ser instrumento de Dios para la liberación y promoción de los pobres» (EG 187). Esto implica también la disponibilidad para tomar partido en favor de ellos en el debate público, prestar voz a sus causas, denunciar las situaciones de injusticia y discriminación, sin complicidad con los responsables de las mismas.

¿Cómo podemos crecer en nuestra capacidad de promover el protagonismo de los últimos en la Iglesia y en la sociedad?

¿Cómo puede una Iglesia sinodal formarlos y apoyarlos? ¿Cómo pensar en reconocer eclesialmente formas de compromiso con la construcción de una sociedad justa y con el cuidado de la casa común que se viven como respuesta a una vocación auténtica y como opción también profesional?”.

«¿Cómo se realiza hoy, a diversos niveles (desde el local al universal), ese “caminar juntos” que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio, de acuerdo con la misión que le fue confiada; y qué pasos el Espíritu nos invita a dar para crecer como Iglesia sinodal?».

“Construir una cultura eclesial para una Iglesia constitutivamente sinodal es el desafío del tercer milenio… La sinodalidades el aporte epocal más importante que los cristianos podemos hacer al resto de la humanidad, especialmente en un mundo que parece negar la fraternidad y la sororidad humana, y la amistad social. Pero es también, el proceso más significativo de conversión y reforma que ha emprendido la Iglesia Católica luego del Concilio Vaticano II para revisar sus relaciones, dinámicas comunicativas y estructuras”. (R. Luciani, en la presentación del Instrumentumlaboris).

 

Felix Placer Ugarte

Gasteizko Elizbarrutia: Elizbarruti zatitua

 

Garai batean, Gasteizko elizbarrutia erlijiositate handiko lurra izan zen. Gaur, berriz, egoera kritikoan aurkitzen da. Praktika erlijiosoen jaitsiera nabaria da eta elizarekiko atxikimendu ezaren arrazoiak era askotakoak. Lehenik, sekularizazioaren abiadurak  ekarri du elizak garai batean izandako eragina galtzea. 

Bigarrenik, gaurko gizartean -baita hemengoan ere- gero eta gehiago baloratzen dira elkarrizketa, demokrazia, askatasuna, parte hartzea, komunikazioa eta gardentasuna; aldiz, hemengo elizak ematen duen irudi soziala bestelakoa da, jendearen kezkak, arazoak eta interesak urrutitik sumatzen dituelarik. Bereziki kezkagarria iruditzen zaigu Juan Carlos Elizalde gotzainaren nortasun kontserbatzailea eta autoritarioa

Horrek ekarri du, ondorioz, gehiengo bat elizatik urruntzea, edo egoera berrira ez egokitzea, ikusita hartu dituen jarrera jerarkiko eta klerikalak talde tradizionaletara egokitzen direla. Bereziki, gazteen artean urruntze hori era batekoa da. Ez dute inolako loturarik instituzioarekin, ez duelako ezer baliotsurik eskaintzen  haiek erakartzeko. Bestalde, ardurazko karguetan gizon eta emakumeen artean   ematen den desberdintasuna ere onartezina egiten zaio gehiengo bati. Era berean, eliza barruan eman diren pederastia kasuak harlosa bat baino ez da elizarentzat, sinesgarritasun guztia galtzeko arriskuarekin. Gizarte anitz eta laikoan onartezinak dira jarrera jerarkiko eta inposatzaileak.

Honetaz aparte, nabaria da bokazio falta parrokietako zereginetan erantzun egokia emateko. Sakonean aztertu gabe zeintzuk izan daitezkeen horren arrazoiak, arazoari erantzuteko modua honako hau da: Teologia Fakultatera ikastera etorri diren apaizak bidaltzea parrokietara. Irtenbide sinpleegia iruditzen zaigu hartutakoa, ikusita, gainera, horietako askok hemen bizi dugun errealitatea eta kultura ez dutela ezagutzen; beraz, euren lana kultua eta sakramentuak betetzera mugatzen da.

Aitortu beharra dago, bestalde, badaudela eliza barruan izpiritu irekia duten pertsonak eta taldeak, baita konprometituak ere giza egoera anitzen aurrean; esate baterako, migrazioa, pobrezia, kartzelak… Hirugarren mundua esaten zaion herriekiko elkartasuna ere garrantzitsua da. Irakaskuntza arloan ematen duen zerbitzuak, hain zuzen, errekonozimendua jaso ohi du hiritar askorengandik. Horrek ez du esan nahi lan hori birplanteatu behar ez denik gizarte laiko batean.  

Hala eta guztiz ere, giza ekarpen horiek errekonozitu ondoren, esan beharra dago eliza erakundeak ez duela sinesgarritasun handirik pertsona askorengan. Horren haritik, eliza barrutik, eta talde kritiko modura, aldaketa sakon baten beharra ikusten dugu. Gure aldetik, duela urte bete pasatxo idazki bat bidali genion Juan Carlos Elizalde gotzainari, bertan zalantzan jartzen genuelarik haren jarrera eta jarduteko moduak gure elizbarrutian. Hilabete hauetan eta Aita Santuak martxan jarri duen Sinodoaren haritik berretsi dugu, -beste talde batzuekin batera- bai pertsonak zein egiturak  berritzeko beharra elizbarrutian.

Nabaritu duguna izan da, denbora horretan zehar ez dela aurrera pausu esanguratsurik eman. Hori dela eta, idazki hau gotzainari eta kristau elkarteei bidaltzeko asmoz egina dago, eta bertan salatu nahi ditugo jerarkia oztopoak, eliza sinesgarriagoa izatea eragozten duelakoan.

Eliza ireki eta elkarrizketagile baten aldeko apustua egin nahi dugu; garaian garaiko zeinuekiko leiala, injustiziak jasaten dituztenekin eta pobrezia egoeran bizi direnekin elkartasuna adieraziko duena; izan dezatela laikoek, bai hitz egiteko bai bozkatzeko, aukera pastoral, antolakuntza eta finantza arloan; har dezatela emakumeek dagokien protagonismoa berdintasunez, eta berma dadila haien presentzia aktibo, anitz eta arduratsua arlo guztietan; ahalbidera dadila tokian tokiko eliza, euskal kulturan murgildua, bizi dugun errealitatea hobeto isladatzeko; izan dadila, aldi berean, munduko beste herrialdeekiko elkartasuna adierazten dakiena, bereziki, premia handiena dutenekiko. 

Gotzainari, ardura handiena duena izanik, zera eskatzen diogu:  birplantea ditzala bere erabakiak, jokamoldeak eta jarrerak, baita bere egokitasuna ere elizbarruti honen gidari izateko.

Honako salaketa, erreibindikazio eta proposamen guztiak Jesusen mezuari leialak izateko eta gizartean haren berri ona arduraz aldarrikatzeko asmoz eginak daude; baita elkarlana eta elkarrizketa sustatzeko asmoz ere, bai gotzainarekin, bai kristau elkarteekin; azken finean, Aita Santuak indarrean jarri duen Sinodo bultzadaz.

 


La Diócesis de Vitoria: una Diócesis fraccionada

 

La diócesis de Vitoria fue en otros tiempos lugar de una intensa y extensa religiosidad. Hoy se encuentra en un momento crítico por varias razones. El acelerado descenso de la práctica religiosa y de la desafección a esta Iglesia se deben a diversas y complejas causas en una sociedad vasca en transformación, como sucede en otros lugares. En primer lugar, la progresiva secularización ha hecho que la Iglesia pierda la relevancia e influencia de otras épocas en las que su excesivo peso social era, entre nosotros, absorbente y dominante.

En segundo lugar, en una sociedad alavesa y pueblo vasco plurales, donde se valoran cada vez más el diálogo, la democracia, la libertad, la participación, la comunicación y la transparencia, esta Iglesia local ofrece una imagen social alejada de las preocupaciones, problemas e intereses de la gente, con formas, lenguajes y estructuras del pasado. Nos parece especialmente preocupante el carácter conservador y autoritario del actual obispo, Juan Carlos Elizalde.

En consecuencia, son crecientes las posiciones de alejamiento, desprestigio, incomodidad ante una Iglesia que presenta una imagen jerárquica y clerical y que solo conecta con grupos tradicionalmente fieles. Sobre todo, entre la juventud, el distanciamiento es casi total. Desde hace tiempo los y las jóvenes son indiferentes ante una institución que, según la perciben, poco les dice ni aporta. Una Iglesia donde todavía se da la desigualdad entre mujeres y hombres en puestos de responsabilidad no resulta aceptable para una mayoría. Además, la pederastia eclesiástica está siendo una lamentable lacra que pesa sobre el conjunto de la Iglesia y su credibilidad. Una sociedad plural y laica no admite una institución jerárquica e impositiva.

Por otra parte, es evidente la falta de vocaciones laicales y sacerdotales para atender la demanda y atención a parroquias. Sin analizar sus causas con profundidad, la respuesta que se está dando a este problema consiste en enviar a sacerdotes que han venido a estudiar en nuestra Facultad de Teología; es una solución precaria, pero además muchos de estos sacerdotes carecen de conocimiento de nuestra realidad y cultura y, por tanto, se limitan, en general, a un servicio ritual de culto y sacramentos.

Es cierto y debe reconocerse que hay personas, grupos y organizaciones de Iglesia de talante abierto y comprometido ante diversas situaciones sociales como son la migración, pobreza, cárcel, medioambiente…  La solidaridad con pueblos del llamado tercer mundo es también importante y apoyada. Su servicio en la enseñanza es valorado por gran parte de la ciudadanía, aunque exige ser reconsiderado en una sociedad laica.

Sin embargo, aun reconociendo tales aportaciones sociales, el conjunto de la Institución eclesiástica ofrece una imagen poco creíble para muchas personas. También dentro de la misma Iglesia grupos críticos planteamos la necesidad y urgencia de un cambio cualitativo. Por nuestra parte enviamos hace más de un año un escrito al Obispo, Juan Carlos Elizalde, cuestionando su estilo, actitud y forma de actuar en nuestra diócesis. En estos meses y con motivo del Sínodo convocado por el Papa Francisco reiteramos, junto a otros grupos, este deseo de renovación de la diócesis en personas y estructuras.

Durante este tiempo, constatamos que no se han dado pasos para un avance significativo. Por todo ello, dirigimos este escrito al Obispo y comunidades cristianas denunciando los obstáculos jerárquicos para avanzar hacia una Iglesia más creíble.

Insistimos en una Iglesia  abierta y dialogante, fiel a los signos de los tiempos, que sea solidaria con quienes sufren las injusticias de la pobreza y con los sectores más desfavorecidos; que las personas laicas tengan voz y voto en asuntos pastorales, organizativos y financieros; que las mujeres tomen el protagonismo que les corresponde en igualdad y se garantice su presencia activa, plural y responsable en todos sus ámbitos; que se promueva una Iglesia local, inculturada en la realidad del pueblo vasco, donde vive y se realiza y que sea solidaria y acogedora con otros pueblos del mundo y en especial con los más necesitados. Dado que el Obispo tiene una responsabilidad decisiva, se le pide que reconsidere sus posiciones, planteamientos y actitudes e incluso su idoneidad como pastor de esta diócesis.

Estas denuncias,  reivindicaciones y propuestas están motivadas por el deseo de fidelidad al mensaje y estilo de Jesús y por nuestra responsabilidad en la misión de anunciar el Evangelio en la sociedad. En este Año Jubilar de conversión personal y pastoral y también de renovación de nuestra diócesis, quieren ser de colaboración y de diálogo, tanto con el Obispo como con las comunidades cristianas a las que pertenecemos y están animadas por el clima sinodal al que nos invita el Papa Francisco. 

 

 

Mayo 2023 Maiatza

 

Ibilian taldearen izenean / Firmado en nombre del colectivo Ibilian:

 

María Jesús Olarte    Jose María Aguirre    Amelia Sánchez    Ricardo Arrieta

Mesa Redonda 

ZERTARAKO ELIZA GAUR ETA HEMEN? 

¿PARA QUÉ LA IGLESIA HOY Y AQUÍ?

Realizada el pasado 8 de febrero de 2023 en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa de Vitoria-Gasteiz.